Bitcoin es la fundación de una nueva civilización.
Del colapso del dinero fiat a la construcción de un nuevo orden basado en soberanía, tiempo y confianza incorruptible.
Introducción
“Bitcoin es la fundación de una nueva civilización…” Esta frase se la escuché a Javier Pastor (@javierbitcoin en X)
La frase provoca. Puede sonar exagerada, incluso mesiánica. Y, sin embargo, cada vez más personas sienten que hay algo de verdad en ella. Porque toda civilización (desde Mesopotamia hasta nuestros días) se ha levantado sobre un mismo cimiento invisible: el dinero.
El dinero no es solo un instrumento para comprar cosas. Es el lenguaje común que organiza el trabajo, el intercambio y la confianza entre desconocidos. Cuando ese lenguaje cambia, lo hace todo lo demás. Y hoy, por primera vez en siglos, estamos ante una mutación radical.
1. El dinero como piedra angular de las civilizaciones
Las monedas metálicas permitieron el comercio a gran escala. El oro sostuvo imperios enteros. El patrón oro facilitó la primera globalización real del comercio.
Después llegó el papel moneda, respaldado primero por metales y más tarde solo por la promesa del Estado. Ese sistema sostuvo el auge de los Estados-nación y de la modernidad industrial.
Cada salto en la forma del dinero fue también un salto en la forma de la civilización. El dinero nunca ha sido neutro: es el software que coordina el hardware humano.
2. La era fiat: una civilización en crisis
La ruptura de 1971, cuando se abandonó el patrón oro, abrió la era del fiat. Medio siglo después, el sistema muestra su desgaste:
Inflación dirigida que erosiona el ahorro.
Deuda pública y privada en niveles insostenibles.
Una clase media que se desmorona.
Pero las consecuencias van más allá de la economía. Una sociedad que aprende a vivir endeudada termina normalizando la dependencia. La confianza en las instituciones se deshace. La política se convierte en gestión de crisis perpetuas.
El fiat es una plaga silenciosa: no mata de golpe, pero corroe desde dentro.
3. Bitcoin: el cimiento incorruptible
En medio de ese colapso aparece Bitcoin. Un dinero nuevo, nacido fuera de los gobiernos y de los bancos, que introduce principios nunca vistos en la historia:
Escasez absoluta: 21 millones, inalterables.
Tiempo y energía convertidos en dinero incorruptible.
Descentralización real: cualquiera puede unirse, validar y custodiar.
Resistencia a la censura: una red que no obedece a un centro de poder.
Por primera vez, la humanidad tiene una base monetaria global que no depende de la fuerza militar ni de la voluntad política.
4. ¿Qué significa “nueva civilización”?
No hablamos de utopías. Una civilización no es un paraíso perfecto: es simplemente una forma de organizar el tiempo, el valor y la confianza.
Si el fiat nos ha dado una cultura de deuda, consumo inmediato y obediencia institucional, Bitcoin abre la puerta a otra ética:
Relaciones económicas directas, sin intermediarios.
Una redistribución del poder frente a los Estados.
Un ethos basado en responsabilidad individual y soberanía personal.
Bitcoin no es la civilización en sí. Es la piedra angular sobre la que podría levantarse una distinta.
5. ¿Demasiado pretencioso?
¿No es demasiado hablar de “fundación de una civilización”? Es lógico pensar que sí.
Quizá Bitcoin no sustituya por completo al fiat. Tal vez coexista durante décadas. Incluso puede que no todas las culturas lo adopten igual.
Pero la historia nos recuerda que las grandes mutaciones comienzan así: como rarezas de minorías. La imprenta, la electricidad o Internet fueron, al inicio, experimentos marginales. Hoy son el suelo de nuestra vida diaria.
Conclusión
“Bitcoin es la fundación de una nueva civilización…”
Quizá la frase suene exagerada. Pero lo que está claro es que Bitcoin ya está alterando los cimientos de la actual. El fiat se agrieta, la confianza se erosiona y, en ese vacío, emerge un dinero incorruptible que ofrece otro futuro posible.
No sabemos aún cómo será esa civilización. Lo único seguro es que su semilla ya está plantada.
Quédate cerca y sigamos explorando.
Introducción
“Bitcoin es la fundación de una nueva civilización…” Esta frase se la escuché a Javier Pastor (@javierbitcoin en X)
La frase provoca. Puede sonar exagerada, incluso mesiánica. Y, sin embargo, cada vez más personas sienten que hay algo de verdad en ella. Porque toda civilización (desde Mesopotamia hasta nuestros días) se ha levantado sobre un mismo cimiento invisible: el dinero.
El dinero no es solo un instrumento para comprar cosas. Es el lenguaje común que organiza el trabajo, el intercambio y la confianza entre desconocidos. Cuando ese lenguaje cambia, lo hace todo lo demás. Y hoy, por primera vez en siglos, estamos ante una mutación radical.
1. El dinero como piedra angular de las civilizaciones
Las monedas metálicas permitieron el comercio a gran escala. El oro sostuvo imperios enteros. El patrón oro facilitó la primera globalización real del comercio.
Después llegó el papel moneda, respaldado primero por metales y más tarde solo por la promesa del Estado. Ese sistema sostuvo el auge de los Estados-nación y de la modernidad industrial.
Cada salto en la forma del dinero fue también un salto en la forma de la civilización. El dinero nunca ha sido neutro: es el software que coordina el hardware humano.
2. La era fiat: una civilización en crisis
La ruptura de 1971, cuando se abandonó el patrón oro, abrió la era del fiat. Medio siglo después, el sistema muestra su desgaste:
Inflación dirigida que erosiona el ahorro.
Deuda pública y privada en niveles insostenibles.
Una clase media que se desmorona.
Pero las consecuencias van más allá de la economía. Una sociedad que aprende a vivir endeudada termina normalizando la dependencia. La confianza en las instituciones se deshace. La política se convierte en gestión de crisis perpetuas.
El fiat es una plaga silenciosa: no mata de golpe, pero corroe desde dentro.
3. Bitcoin: el cimiento incorruptible
En medio de ese colapso aparece Bitcoin. Un dinero nuevo, nacido fuera de los gobiernos y de los bancos, que introduce principios nunca vistos en la historia:
Escasez absoluta: 21 millones, inalterables.
Tiempo y energía convertidos en dinero incorruptible.
Descentralización real: cualquiera puede unirse, validar y custodiar.
Resistencia a la censura: una red que no obedece a un centro de poder.
Por primera vez, la humanidad tiene una base monetaria global que no depende de la fuerza militar ni de la voluntad política.
4. ¿Qué significa “nueva civilización”?
No hablamos de utopías. Una civilización no es un paraíso perfecto: es simplemente una forma de organizar el tiempo, el valor y la confianza.
Si el fiat nos ha dado una cultura de deuda, consumo inmediato y obediencia institucional, Bitcoin abre la puerta a otra ética:
Relaciones económicas directas, sin intermediarios.
Una redistribución del poder frente a los Estados.
Un ethos basado en responsabilidad individual y soberanía personal.
Bitcoin no es la civilización en sí. Es la piedra angular sobre la que podría levantarse una distinta.
5. ¿Demasiado pretencioso?
¿No es demasiado hablar de “fundación de una civilización”? Es lógico pensar que sí.
Quizá Bitcoin no sustituya por completo al fiat. Tal vez coexista durante décadas. Incluso puede que no todas las culturas lo adopten igual.
Pero la historia nos recuerda que las grandes mutaciones comienzan así: como rarezas de minorías. La imprenta, la electricidad o Internet fueron, al inicio, experimentos marginales. Hoy son el suelo de nuestra vida diaria.
Conclusión
“Bitcoin es la fundación de una nueva civilización…”
Quizá la frase suene exagerada. Pero lo que está claro es que Bitcoin ya está alterando los cimientos de la actual. El fiat se agrieta, la confianza se erosiona y, en ese vacío, emerge un dinero incorruptible que ofrece otro futuro posible.
No sabemos aún cómo será esa civilización. Lo único seguro es que su semilla ya está plantada.
Quédate cerca y sigamos explorando.


1. Nos gusta repetir que “Bitcoin es para todos”.
Pero… ¿y si no fuera cierto?
Este es el primero de los tabúes que vamos a explorar: la accesibilidad.
2. Sí, cualquiera puede descargar una wallet y recibir sats.
Pero la soberanía real exige más:
• Entender claves y semillas.
• Saber custodiar.
• Asumir responsabilidad.
Para millones, ese camino no es tan accesible.
3. También está la barrera económica.
Es distinto empezar con 50 € que con 50.000 €.
La acumulación importa.
En muchos países, ahorrar en sats es un privilegio que no todos pueden permitirse.
4. Y la barrera psicológica:
En fiat, si te equivocas te rescatan.
En Bitcoin, un error puede ser definitivo.
La libertad incluye cargar con esa responsabilidad.
5. La barrera social y política es igual de dura.
En algunos países usar Bitcoin es rebeldía cultural.
En otros, puede costarte la libertad o incluso la vida.
6. “Bitcoin es para todos” suena bien.
Pero la realidad es más incómoda: Bitcoin está ahí para quien decida conquistarlo.
Y esa diferencia es el verdadero tabú.
7. Artículo completo en Substack 📝👇
🔗 
Durante décadas nos han vendido la idea de que basta con cotizar y aportar a un plan para tener un futuro asegurado.
La realidad es mucho más cruda: inflación que devora tus ahorros, comisiones que muerden lo que guardas y reglas que cambian a capricho de los gobiernos.
Si tu futuro depende de terceros, no es un plan: es una apuesta.
Bitcoin ofrece lo contrario: un camino de ahorro soberano, donde cada aportación cuenta, con reglas claras y sin pedir permiso a nadie. No es promesa, es diseño.
Un plan de pensiones fiat es deuda e incertidumbre.
Un plan de pensiones en Bitcoin es constancia, autocustodia y soberanía.
👉 Aquí puedes leer la Bitácora completa: 

1.
La clase media fiat fue un espejismo.
Se sostuvo en crédito barato, empleo estable y pensiones prometidas.
Hoy esos pilares están rotos: inflación, deuda y vivienda convertida en lujo.
El ascensor social ya no sube: solo baja.
2.
Bitcoin aparece como el nuevo ascensor.
Escasez programada, sin censura y sin manipulación política.
Pero no todos llegan a tiempo.
Para muchos, la puerta ya es un muro.
3.
El lema “Bitcoin es para todos” es técnicamente cierto:
✔️ Cualquiera puede comprar satoshis
✔️ No hay permisos
✔️ La red no discrimina
Pero la realidad es más dura: la mayoría de wallets no llega a 0.01 BTC.
4.
El futuro podría parecerse más al pasado de lo que creemos:
— Una élite de hodlers viviendo de su colateral.
— Una mayoría atrapada en fiat o con sats marginales.
Del feudalismo de la tierra… al feudalismo digital de las claves privadas.
5.
No es un fallo de Bitcoin.
Es un recordatorio brutal: las reglas son justas, pero implacables.
No habrá rescates.
No habrá segundas oportunidades para quien llegue tarde.
6.
He desarrollado este ángulo incómodo en un artículo completo:
👉
1.
El sistema te dice: invierte, espera, sé paciente.
Pero la rentabilidad que ves en la gráfica no es real.
Inflación 💸 e impuestos la devoran en silencio.
2.
Ejemplos claros:
– S&P 500 (2000–2020): +130% nominal. Inflación del 50%. Mucho menos en términos reales.
– Fondos en España (1999–2019): 3,3% anualizado. Tras inflación: apenas 1,2%.
El espejismo del largo plazo.
3.
Ese es el precio de la obediencia: aplazar tu vida esperando un mañana mejor que nunca llega.
La paciencia ciega no es virtud, es sumisión.
4.
Bitcoin rompe esa lógica.
No depende de promesas estatales ni de gestores, sino de reglas claras e inmutables.
Paciencia sí, pero informada. No resignada. ₿
5.
La verdadera pregunta no es si Bitcoin es arriesgado.
Es: ¿cuánto más tiempo estás dispuesto a pagar el coste invisible de la obediencia?
📖 Lo desarrollamos en detalle aquí:

(Mientras la mayoría sigue encadenada mirando sombras, unos pocos se atreven a trepar hacia la luz del sol de Bitcoin.
Introducción – Una imagen que desnuda la verdad
Hay imágenes que valen más que mil discursos.
Un grupo de personas atrapadas bajo tierra, encadenadas a una pantalla que proyecta un simple símbolo del dólar.
Un ser oscuro, casi la muerte misma, sostiene el proyector.
Arriba, un prisionero se atreve a escalar hacia la luz: un sol que brilla con el emblema de Bitcoin, rodeado de naturaleza, vida y raíces firmes.
La escena recuerda inevitablemente a la alegoría de la caverna de Platón: seres que toman las sombras por realidad, incapaces de ver el mundo tal cual es. Hoy, esa caverna es el sistema fiat. La pregunta es clara: ¿elegimos seguir encadenados a la ilusión o nos atrevemos a subir hacia la verdad, aunque duela?
1. El teatro del fiat: vivir de proyecciones
El dinero fiat es, en esencia, una proyección. No tiene respaldo, solo fe obligada en gobiernos y bancos centrales.
Las pantallas repiten mantras: inflación moderada es buena, necesitamos crecimiento infinito, la deuda es normal.
Todos lo asumen como dogma, aunque la lógica más simple lo contradiga.
La figura oscura que proyecta el dólar en la imagen es el mejor resumen posible: el sistema se alimenta de nuestra obediencia. Y, como en todo teatro, basta con que el público deje de mirar para que la obra se derrumbe.
2. Los prisioneros: adicción y resignación
Miran el símbolo del dólar como si fuera la única realidad. Ignoran la basura que les rodea, los huesos bajo sus pies y la miseria que los consume.
Es la metáfora perfecta de la sociedad actual: endeudada, dopada con entretenimiento vacío, resignada a un futuro cada vez más precario.
Y lo más inquietante: muchos no quieren salir. Porque mirar la pantalla es más cómodo que enfrentar la intemperie.
La esclavitud moderna no siempre se impone con cadenas visibles: a veces basta con convencerte de que no hay alternativa.
3. Ejemplos históricos de cavernas financieras
No es la primera vez que la humanidad vive encadenada a ilusiones monetarias.
Cuando en 1971 Nixon cerró la ventana del oro, el mundo entero quedó atrapado en una caverna de papel sin respaldo. Desde entonces, la sombra del dólar ha sido aceptada como si fuera luz.
En Argentina, generaciones completas han vivido mirando la pantalla de un peso en constante devaluación. En Venezuela, millones vieron cómo sus ahorros se convertían en nada, pero siguieron sentados frente al teatro del bolívar hasta que ya no hubo función que sostener. En Turquía, la lira se ha desangrado en apenas unos años, y aun así gran parte de la población sigue confiando en el sistema que los traiciona.
En cada caso, solo una minoría buscó salidas: oro, dólares, trueque… y hoy Bitcoin. La historia demuestra que la mayoría prefiere la comodidad de la caverna, aunque esta se derrumbe.
4. El miedo como cadena invisible
¿Por qué, incluso viendo la salida, la mayoría no se atreve a trepar?
La respuesta está en el miedo.
Miedo a equivocarse. Miedo a perder lo poco que se tiene. Miedo a la volatilidad, aunque la inflación sea una certeza.
La cultura del “mejor malo conocido” es el verdadero cemento de las cadenas.
Mientras tanto, los bancos y gobiernos alimentan esa parálisis prometiendo seguridad a cambio de obediencia.
El miedo es tan eficaz que ni siquiera necesita barrotes: basta con instalar la idea de que salir es peligroso.
5. El difícil camino hacia la luz
Uno de los prisioneros se atreve a trepar. No tiene garantías, solo esperanza.
Salir de la caverna implica desaprender, cuestionar todo lo que nos enseñaron sobre dinero, trabajo y seguridad.
Es duro, porque significa abandonar la comodidad de las sombras.
Aquí está la enseñanza clave: no basta con comprar Bitcoin y esperar milagros.
Salir implica también cambiar mentalidad, aprender soberanía digital, asumir responsabilidad personal.
La libertad no se regala: se conquista.
6. Bitcoin como sol y raíz
En la superficie, todo cambia.
El sol con el símbolo de Bitcoin ilumina un paisaje fértil, lleno de vida y posibilidades.
El árbol con raíces profundas simboliza crecimiento sólido, estabilidad y conexión con lo real, frente al artificio del fiat.
Bitcoin no es solo un dinero alternativo: es un lenguaje nuevo que conecta con la verdad de los límites.
Un sistema con reglas claras, transparentes e inmutables.
Un refugio frente a la manipulación y un motor para reconstruir desde abajo nuevas formas de comunidad, confianza y prosperidad.
7. La otra cara del sol: responsabilidad radical
Pero cuidado: salir de la caverna no es un cuento de hadas.
La luz de Bitcoin también ciega a quienes no están preparados.
Nadie te rescata si pierdes tus llaves. Nadie te indemniza si confías en el custodio equivocado.
La soberanía implica carga: disciplina, aprendizaje, madurez.
Quizás por eso muchos rechazan Bitcoin, no porque no lo entiendan, sino porque no están dispuestos a asumir tanta responsabilidad.
La libertad radical incomoda, y el fiat se aprovecha de esa debilidad.
Conclusión – La decisión de salir de la caverna
La imagen es clara:
Quedarse en las sombras es fácil, pero te consume poco a poco.
Salir hacia la luz es duro, pero abre la posibilidad de vivir de verdad.
Bitcoin no salva por sí mismo: lo que ofrece es la oportunidad de ver el mundo tal como es.
El resto depende de nosotros: ¿seguir encadenados a las ilusiones del fiat o atrevernos a caminar hacia la soberanía?
La decisión, como siempre, es individual.
Quédate cerca y sigamos explorando.
Introducción
En la naturaleza, sobrevive el más adaptado. No el más fuerte, ni el más grande, ni el más rápido. Sobrevive el que sabe adaptarse mejor a un entorno que nunca deja de cambiar.
La economía no es diferente. El mercado es un ecosistema donde las formas de dinero compiten por su supervivencia. Y, como en cualquier proceso de selección, las ineficientes desaparecen.
El oro destronó a metales menos útiles como medio de intercambio. El fiat desplazó al patrón oro gracias a su flexibilidad política (y a costa de su valor real). Las criptomonedas intentaron competir con Bitcoin… y, hasta ahora, ninguna ha logrado igualar su resistencia, seguridad y escasez.
Bitcoin no está aquí porque una comunidad lo defienda a gritos o porque sea “moralmente superior”. Está aquí porque funciona mejor. Porque, en este proceso de selección natural del dinero, ha demostrado adaptarse mejor que cualquier alternativa.
Pero hay un segundo filtro que no se suele mencionar: no basta con que el dinero sobreviva. También hay que ver quiénes se adaptan a él. Y ahí es donde empieza la selección más incómoda: la de las personas.
1. El mercado como ecosistema
El mercado no es moral ni justo: es eficiente. En este entorno, sobreviven las soluciones que resuelven problemas de la forma más efectiva. Si un medio de pago es más rápido, seguro y fácil de usar, se abrirá camino. Si es lento, costoso y frágil, desaparecerá.
La historia monetaria está llena de especies extinguidas: monedas de cobre que se desgastaban rápido, sistemas bimetálicos que fracasaron, billetes respaldados por oro que acabaron siendo papel sin valor. Cada cambio fue un proceso de selección: algo mejor adaptado desplazó a lo anterior.
En el siglo XX, el patrón oro sucumbió ante el fiat por la capacidad de los gobiernos de expandir la oferta monetaria sin límites. Esa “ventaja” para el poder político fue letal para la disciplina monetaria… y abrió la puerta a nuevas alternativas.
En este ecosistema, un activo con escasez programada, resistente a la censura y transferible sin intermediarios tiene una ventaja competitiva que no se puede replicar fácilmente.
2. Bitcoin frente a sus competidores
En la competencia por ser la mejor forma de dinero, Bitcoin no juega en un terreno vacío. Compite con:
Bitcoin mantiene ventajas claras: no depende de terceros, es verificable por cualquiera, su emisión es inmutable y sus transacciones pueden ser globales y resistentes a censura.
3. Selección en marcha: evidencias reales
Argentina y Venezuela: familias que usan BTC para escapar de la hiperinflación.
Turquía: adopción creciente como refugio ante la devaluación de la lira.
Strategy: miles de millones de dólares en BTC como estrategia de reserva.
Donaciones globales: periodistas, activistas y ONGs reciben fondos vía Bitcoin para esquivar bloqueos.
En todos estos casos, Bitcoin no gana por marketing: gana porque es la herramienta más eficiente disponible.
4. La doble selección: tecnología y personas
El proceso de selección no acaba con el dinero: también se aplica a sus usuarios.
Bitcoin exige adaptación. Aprender a custodiar tus claves, entender cómo mover fondos, asumir que no hay soporte técnico que te devuelva lo perdido. Esto filtra a quienes están dispuestos a asumir responsabilidad y a los que no.
Así, además de ser la forma de dinero más adaptada, Bitcoin selecciona a quienes lo usan: crea una comunidad que, en promedio, entiende mejor el sistema financiero y tiene más herramientas para proteger su soberanía económica.
5. El falso refugio de otras reservas
Muchos creen que los bienes raíces, obras de arte o coleccionables ofrecen la misma protección que Bitcoin. Pero aunque sirvan como reserva de valor, no cumplen las funciones de dinero: no son portables globalmente, no se dividen fácilmente y pueden ser confiscados o gravados con impuestos altos.
En una selección estrictamente monetaria, quedan fuera de la competencia principal, aunque puedan ser refugios alternativos en ciertos contextos.
Conclusión
Bitcoin no es un capricho ni una moda. Es el resultado de un proceso natural en el que solo sobrevive lo que funciona mejor.
El mercado ya lo ha puesto a prueba durante más de 15 años frente a competidores de todo tipo, y sigue aquí. Más fuerte, más seguro y más adoptado.
Pero la pregunta final no es si Bitcoin sobrevivirá. La verdadera pregunta es: en este proceso de selección… ¿te adaptarás o seguirás usando el dinero que se extingue?
📖 Aquí lo explico sin adornos:


Llevaba tiempo con la idea de hacer esto: vivir un día con Bitcoin, sin teoría, sin especulación, sin debates. Solo usarlo. Ir a un lugar donde pudiera, de verdad, pagar con sats, moverme con normalidad y comprobar si ese cambio del que tanto hablamos se puede ya experimentar.
No fue una estancia larga, solo unas horas bien aprovechadas.
Lugano era el lugar perfecto. Y el resultado, aunque no fue todo perfecto, sí fue revelador.
1. La escultura de Satoshi: Un vacío simbólico
Uno de mis principales motivos para ir a Lugano era ver la escultura de Satoshi Nakamoto. Pero un par de días antes fue vandalizada y retirada. Aun así, fui al lugar donde estaba. Allí vi algo que me impactó más de lo que esperaba: una pareja llegó y, al ver que no estaba la escultura, quedaron paralizados. Él se acercó, tocó el pedestal vacío, y parecía conmocionado. Fue un momento silencioso, pero potente.
El símbolo ya no estaba… pero su ausencia también decía algo.
2. Primera impresión: Bitcoin está presente
Nada más llegar, la señal es clara: muchos negocios llevan en sus puertas el cartel con la frase "Qui puoi pagare con Bitcoin". No uno, ni dos. Restaurantes, heladerías, cafeterías, farmacias, tiendas de juguetes infantiles, ópticas, locales de belleza, y muchísimos más. Lugano se siente diferente. No como un lugar donde Bitcoin está por llegar… sino como uno donde ya ha empezado a instalarse.
3. Primera parada: McDonald’s
Aunque no soy fan de la comida rápida, era un buen lugar para comenzar. Hice el pedido desde los monitores y seleccioné “otra forma de pago/pagar en caja”. Fui a pagar con Wallet of Satoshi. La primera transacción falló. Sin pánico: reintenté segundos después… y funcionó sin problema.
Ya me habían comentado algo sobre esto. El POS que usan muchos locales en Lugano puede tardar unos segundos en procesar los pagos. No es lo ideal, pero tampoco es un gran obstáculo. Lo importante es que funciona.
4. Segunda parada: Odeon Café
Busqué un lugar donde tomar un café, y me dirigí al Odeon Café, que aparecía como comercio que acepta BTC en la app BTCMap. Me senté en la terraza y pedí unas consumiciones. A la hora de pagar, al decir que quería hacerlo con Bitcoin, me informaron de que el POS no funcionaba.
Preferí no decir nada. Una amiga que me acompañaba pagó con tarjeta. Pero justo cuando estábamos saliendo, un detalle me dejó pensando: entró una persona que también estaba en la terraza y se dirigió al interior. Aunque no puedo asegurarlo al 100%, juraría que le oí preguntar por el pago en Bitcoin, y juraría que no escuché la misma respuesta que me dieron a mí, sino todo lo contrario.
Lo curioso es que no solo aparecía en BTCMap como comercio que acepta BTC: también tenía en el escaparate el cartel de “Qui puoi pagare con Bitcoin”.
No reclamé. Tal vez fue un malentendido. O tal vez el POS no funcionaba… solo en ese momento. O solo conmigo.
Cosas que pasan.
No tomé ninguna foto del Odeon Café ni de su cartel, pero sí vi el típico cartel de “Qui puoi pagare con Bitcoin” en su escaparate, como en otros muchos locales de la ciudad.
5. Tercera parada: Bar Café Kream
Después de esa experiencia, quería quitarme el mal sabor de boca. Así que fui al Bar Café Kream, también listado en BTCMap. Esta vez pregunté antes de pedir, y me confirmaron que aceptaban Bitcoin. Todo fue fluido: pedí unos helados y pagué sin problema con sats.
Eso sí, noté cierta inseguridad por parte de la dependienta al usar el POS. No parecía tener mucha práctica. Pero, aún así, la transacción fue exitosa. Y eso basta para que la experiencia sume.
6. El local de Plan ₿ y la convocatoria
Pasé por el local de Plan ₿ Network Lugano ya que una bitcoiner a la que sigo y que unos días antes me comentó por un grupo de Telegram que me pasara por allí para charlar un rato, aunque lo encontré cerrado. Gran fallo mío por no revisar antes los horarios. Tampoco pude llegar al Satoshi Spritz ni a la convocatoria que se había hecho en Parco Ciani (el parque donde estaba la escultura), por cuestión de horarios. Pero quedará para otra ocasión.
Reflexión final
Fue solo un día, unas horas. Una experiencia concreta. No todo salió perfecto, pero lo importante sí:
Bitcoin ya se puede usar. No es teoría. No es promesa. Es algo que empieza a vivirse.
Y cuando lo vives, ya no te lo cuentan.
🧡