Los cambios de paradigmas en las sociedades humanas han venido siempre de mano de la tecnología. Desde el control del fuego hace 400.000 años, el ser humano ha ido evolucionando progresivamente, viviendo puntos de inflexión asociados a inventos como la agricultura hace 14.000 años, la rueda hace 6.000, la imprenta hace 600 o la máquina de vapor hace 300 años.
Cada tecnología ha sido un catalizador para el desarrollo de la siguiente; así, los plazos entre esos hitos se van acortando con cada nuevo invento. La progresión de esta serie es geométrica. Solo en los últimos 200 años se han desarrollado quince tecnologías que han marcado un giro en el modo en que vivimos. La tasa actual a la que descubrimos una nueva forma disruptiva de realizar nuestras tareas habituales es de aproximadamente dos décadas, acorde con el tiempo que tarda la tecnología anterior en industrializarse y comenzar a ser usada masivamente.
En este sentido Bitcoin, al tratarse de una tecnología que afecta a todos los sectores, es especial porque habilita una nueva manera de intercambiar valor entre individuos y de financiar nuevos desarrollos tecnológicos de manera soberana, sin intervención de los estados, sin someterse a una ineficaz e ineficiente agenda centralizada, sin tener que pedir permiso a nadie ni temer a ser confiscado o devaluado en cualquier momento.
Vivimos tiempos de cambios. Siempre ha sido así, lo que varía es la tasa de cambio experimentada a lo largo de una vida. En los próximos 15 años todo será diferente, de nuevo, de maneras que ahora ni podemos imaginar.
Pero podemos prepararnos para ello.

