El sol se desliza lentamente por el horizonte, tiñendo el cielo con tonos de naranja y rosa que parecen sacados de un sueño. En este pequeño pueblecito de la España vaciada, cada atardecer es una obra de arte en sí misma. Las calles empedradas reflejan la luz dorada, creando un ambiente de paz y serenidad. Los vecinos se reúnen en la plaza central, compartiendo risas y anécdotas mientras el día llega a su fin. La quietud del lugar contrasta con la vibrante paleta de colores que pinta el cielo, ofreciendo un momento de belleza pura y tranquilidad.
Feliz descanso.
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